En palabras y sentimientos guatemaltecos, les dejo algo que escribió mi amigo Peter, en un post titulado INVOLUCIÓN, una verdad difícil de ocultar y que mejor que hacer pública...pero mejor aún...ACTUAR!!!
“La necesidad tiene cara de chucho” – refrán popular.
Las mismísimas calles donde a diario transitamos, atestadas de mendigos limosneando, la infelicidad tiene rostro de madre con corazón quebrado, la miseria tiene faz de niños con hambre, la indiferencia es azote furioso en el lomo tostado de un pordiosero agonizante. Una multitud de bocas quejumbrosas y desdentadas vendería hasta su alma por un ínfimo mendrugo de pan…
Desnudos de pieles, carencias y profundas saudades, trémulos por las angustias de crisis existenciales, húmedos de llantos y temporales, aquejados de prolijas mentiras y engaños, atormentados por el lívido reflejo fantasmal de la muerte sobre sus vientres, sufriendo por las funestas causas de unos dolores incipientes… semejándose los pobres, a muertos vivientes.
Son lecho y habitáculo de los olvidados, las duras lozas del suelo gris, y las frías calles son escenario de un atroz espectáculo, que montado en aras del infeliz, enciende de ira sin fundamento los corazones de mezquinos aprovechados, y les hace ensalzar de multicolores vituperios a los desdichados.
¿Por qué señalan los poderosos, con dejo de repugnancia al mendigo y arrogantes levantan las narices frente a sus ahogos dolorosos? ¿No hay en el fondo obscuro de su miocardio un poco de generosidad que les permita ayudarlo? ¿No hay allá en lo alto de sus carísimos tronos y magnificencia, aunque sea sólo una pizca de munificencia?
Sepan que no es falso que es posible entrever en los tornados negros de moscas revoloteando, pares de ojos secos de tanto desborde emocional, pieles adustas y llagadas, bocas hambrientas y sangradas, corazones por las banquetas desperdigados, esqueletos en vida con harapos tapados.
Mariposas tristes con alas rotas danzando al crepúsculo, son las niñas descalzas ataviadas con sábanas sucias y gastadas, salvaguardando y nutriendo lo único que ha quedado de su fortuna, la imaginación. Haciendo de las pozas de lodo y agua estancada, aunque improvisados oasis, paraísos en los cuales los niños encuentran brevísimos instantes de felicidad que logran dibujar en las comisuras de sus labios, sonrisas leves.
¿A dónde nos lleva la evolución? ¿A abandonar a los "no aptos" en su infortunio? ¿A alzar los ojos sobre la desolada tierra y nuestros tullidos semejantes, de cera y plumas negras fabricar alas, alzar vuelo y hacer caso omiso de la miseria? ¿Por qué no pelear esa guerra? ¿Por qué escudarse en excusas y ajustar mordazas y antifaces a nosotros mismos y no coger cartas en pos de los menesterosos?
El avance de unos será el germen de la involución de otros, las brechas existentes serán ampliadas a límites inimaginables, serán alzados los y las idiotas como líderes y lideresas, y exiliados serán los no aptos para su régimen exclusivista. Las mayorías famélicas habrán perecido por el desdén fomentado por el progreso.
¿Dónde habrán quedado la moralidad y ética de las cosas cuando después de haber dominado la tecnología, ella nos domine a nosotros? En vano habrán sido los esfuerzos por el constante desarrollo en pro de saciar el hambre de la sociedad, cuando ya no quede sociedad por saciar.
Abramos los ojos y busquemos en la obscuridad de nuestra ignorancia e indiferencia, aunque sea un minúsculo pabilo de compasión, para inmediatamente y sin peros, someterle a actividad. En nuestras propias manos está el accionar en contra de los vejámenes en contra de la dignidad humana fomentados por los corruptos funcionarios.
Llámese iluminados a aquellos que hallan podido darse cuenta de esto que se expone, guiados por la luz de sus conciencias y empujados por un ideal de unificación y desprecio por una filosofía de segregación que vela por una vanguardia elitista. Propongamos soluciones, no nos sentemos sólo a observar como muere la gente a nuestro alrededor. Mientras no existan oportunidades para todos, el reinado de violencia y escepticismo actuales no serán desplazados.
El fin es inmisericorde, inminente, inimaginable… pero aún hay tiempo para actuar.
Autor: Peter Martínez
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Andrea Jiménez